martes, octubre 07, 2003

Vive La Revolución!

Toma de La Bastilla

A mis escasos tres meses de antigüedad con los jugueros ha ocurrido lo innombrable: el gran patrón, el director general, ha sido despedido. Junto con él salieron otros cinco grandes jerarcas, jefes de muchas plumas y varios penachos. Entre ellos, mi amado jefe (¿debería decir ya “exjefe”?).
Para aquellos familiarizados con la vida corporativa o con la burocracia (siempre creativa y fecunda) esta situación les será conocida. El saber, o peor aún, el no saber qué será de nosotros, si “saldremos en la foto” o no, es bastante estresante.
Si pudiera desligarme por completo, este sería un momento ideal para teorizar con respecto al tipo ideal de liderazgo necesario en estas situaciones. Hablar sobre las virtudes deseables en una campaña de comunicación interna que trate, en todo lo posible, de disminuir el rumor y la incertidumbre.
Pero esa no es mi intención. Tal vez lo sería después, ofreciendo si no consejos prácticos, por lo menos una buena lista de lo que se debe evitar. Un consejo sí es válido: hay que ser lo más franco posible, calmando a la gente, pero sin crear falsas expectativas.

El Terror

Una de las situaciones más graves se da cuando, después de una filtración de algún tipo, un grupo de trabajo sabe que sólo una cantidad reducida de sus miembros quedarán en la organización. Entonces una guerra interna se inicia por tratar de sobrevivir, pues los miembros quedan tentados a mostrar sus mejores colores, su “ropaje de apareamiento”, para conquistar así al hipotético tomador de decisiones y convencerlo de que no los deseche. En otras palabras, se descubre que de pronto todo el mundo “jala agua para su molino”, anteponiendo su supervivencia a cualquier proyecto o trabajo pendiente.
Muy común también en estas situaciones es que los objetivos a mediano y largo plazo queden abandonados y dispersos. Los equipos se enfrentan a una casi total falta de dirección, pues el desconocimiento generalizado invita a postergar “hasta que las aguas tomen su cause” o “el asunto se enfríe”. Mientras tanto, quienes intentan hacer algo, lo más seguro es que sean víctimas de esa misma falta de visibilidad (que no de visión), pidiendo proyectos, reportes y escenarios poco definidos o claros.
Ante esto, las pocas actividades tienden a repartirse entre muchos, quienes desean, uno, mantenerse ocupados, y dos, demostrar su maestría y experiencia en la actividad. Resultado: proyectos pequeños, que demandan poco tiempo, realizados por muchas personas a la vez, exacerbados por la falta de una guía clara. Lo cual demuestra, aún más, lo que en inicio se querría tal vez ocultar: la duplicidad de funciones.
Ese es nuestro caso en particular. ¿Se imagina usted a un par de gerentes de la misma área acudiendo a la misma junta a preguntar exactamente lo mismo? Pues sí, eso vivimos. Evidentemente, alguien sobra.

Mademoiselle Le Guillotine

Como se comprenderá, con mi escaso conocimiento de la empresa y corta vida laboral, no puedo evitar sentir que mi esperanza de estadía es poco firme. Mi salida sería mucho más barata que la de mis pares. Incluso me he topado con un dilema que en otra situación se me antojaría absurda: ¿debo incluir en mi curriculum vitae a esta empresa a tan sólo tres meses de haber entrado?
Por otro lado, sé que mis conocimientos en ciertas tareas específicas son superiores a los de mis pares. Sé que la decisión dependerá, no tanto de quién sea mejor en lo específico, sino quién acomoda mejor el perfil final de las posiciones disponibles.
Este grave movimiento de capas superiores ha servido como preludio a una reestructuración mayor. La compañía ha tendido a engrosar y es momento de cortar la grasa. Pero todo indica que no se usará un bisturí. La firma de consultores externos (¡tan expertos en tantas cosas!) ha promocionado la idea de un recorte del 50% del valor del costo de personal. Importante: el valor, no las cabezas. Esto significa que para variar no tendremos las típicas reducciones de obreros. No. ¡Sean bienvenidas las cabezas de los dioses al holocausto!
En palabras de estos filósofos de la Revolución: “Cortaremos. Si tocamos carne y notamos que fluye sangre y tenemos que recontratar… pues recontrataremos”.

La historia juzgará.