Imágenes barcelonesas (IV)
Frente a Plaza Universitat, en la salida del metro, se coloca, desde el mediodía, una chica rubia, guapilla. Supongo que ha de ser rumana o búlgara, por sus ojos azules, con mucho rimel, y su piel blanca, de europea del este.
Cuando llego a pasar por allí (en autobús o a pie, rumbo a casa), la veo sentada en la barandilla, como una colegiala que espera a su novio o a sus amigas a la salida de la escuela, vestida de jeans y camiseta de tirantes.
En su defensa puedo decir que tiene buenos gustos: de vez en cuando la veo sonreírle a los muchachos y a los hombres jóvenes que pasan por allí, camino a Plaza Catalunya o al Raval.
Y me pregunto, ¿cuánto más le durará su dulce coqueteo antes de que se vuelva agrio y duro, como el de las otras prostitutas rumanas, excesivamente maquilladas, que están a unas cuantas manzanas de distancia? Ojalá que mucho tiempo.
Cuando llego a pasar por allí (en autobús o a pie, rumbo a casa), la veo sentada en la barandilla, como una colegiala que espera a su novio o a sus amigas a la salida de la escuela, vestida de jeans y camiseta de tirantes.
En su defensa puedo decir que tiene buenos gustos: de vez en cuando la veo sonreírle a los muchachos y a los hombres jóvenes que pasan por allí, camino a Plaza Catalunya o al Raval.
Y me pregunto, ¿cuánto más le durará su dulce coqueteo antes de que se vuelva agrio y duro, como el de las otras prostitutas rumanas, excesivamente maquilladas, que están a unas cuantas manzanas de distancia? Ojalá que mucho tiempo.
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